La fantasía me ha evocado imaginación y nuevos mundos desde pequeño. La magia por vivir aventuras, conocer personajes y visitar mundos nuevos es indescriptible.
Esta entrada pretende explicar mi visión sobre las lecciones que nos aporta la fantasía.
Imaginación y fantasía
Vamos a empezar con una primera toma de contacto sobre la fantasía. Un primer paso es imaginar, es decir, reproducir mentalmente causas y soluciones de los problemas reales. No hace falta que sea complicado, cuándo nos preguntan que imaginemos nuestra casa ideal, cada uno responderemos de una forma diferente. Incluso a alguno preferirá vivir en una villa romana, ¿por qué no?
Otro factor que interviene es nuestra capacidad para construir y soñar. Así, de este modo, podemos planificar cuál será el resultado al problema gracias a la imaginación. «Materializando» nuestras ideas podemos recurrir a la fantasía que reside en nuestra mente como último eslabón.
La realidad y la imaginación son distintas pero no por ello independientes. Nuestras imágenes mentales de lo que vemos nos sirven para interpretarlo según el contexto.
Realidad y fantasía
De hecho, ya Tolkien decía sobre la realidad y la fantasía: «Si los hombres no fueran capaces de distinguir ranas y hombres, los cuentos de hadas sobre príncipes ranas no habrían existido». También está el dicho: «la realidad supera a la ficción». Hechos que no podríamos imaginar que sucedieran en la realidad, pasan y son más exagerados de los que nos podíamos imaginar. ¿Qué diferencia realidad de ficción?
La novelas de fantasía ofrecen nuevos mundos que son ricos, complejos, robustos y deslumbrantes. Pienso que nos ayudan a comprender como funciona nuestro entorno, fijan límites a la realidad y la dan sentido. Incluso en el mundo real hay cosas que no entendemos o nos dan miedo.
¿Qué hace falta para que nos dejemos de preguntar por un segundo si un mundo real o imaginario? La coherencia. Si el mundo es consistente es sus reglas y conserva su lógica, ¿qué lo diferencia de nuestro mundo? También, a quien no le gusta ir de la mano de los personajes viviendo aventuras con ellos. Muchos devoran los culebrones aunque no pase así en la vida real.
Infancia y fantasía
Todos, de pequeños y no tan pequeños, hemos jugado con muñecas o muñecos imaginándonos personajes de otros mundos o, incluso, nosotros mismos, jugábamos a indios y vaqueros. La imaginación de un niño no tiene límites y es una pena que se coarte esa libertad para adaptarla a esa necesidad. ¿Qué conseguiríamos viendo nuestros problemas desde otras perspectivas?
Los niños tienen el don de la consistencia en su imaginación y, por eso, no se aburren cuando juegan. Descubren costas nuevas entre la ficción y la realidad reforzando su fantasía aprovechando el mundo real como si se tratara de un decorado.
A pesar de que nos lleve la impresión de que confunden imaginación y realidad, los niños no son tontos.
Conclusiones finales
La fantasía ofrece una ventana a las inquietudes y deseos de cada época y, a su vez, de cada escritor. Por ejemplo, la epopeya de Gilgamesh, la primera novela escrita que se tiene constancia, es un retrato de los grandes temas que han preocupado a la humanidad: inmortalidad, honor, venganza… Las novelas de fantasía permiten recrear e interpretar la sociedad y los problemas a los que se enfrentaban en el momento.
Mezclar nuestro conocimiento previo de la realidad y la lógica asociada a ellas, nos sumerge en la fantasía mientras realizamos comparaciones sobre qué es mejor, más bonito o más creíble.
¿Qué nos impulsa a creer que los personajes viven? Se mueven, hablan y ríen gracias a nuestra imaginación pero no en un mundo aparte sino en nuestra mente, con nosotros. Ojalá no perdiéramos esa facilidad para conectar con nuestra fantasía como cuando éramos niños, ¿por qué se reprime nuestra imaginación en la escuela? ¿Por qué solo podemos pensar de una forma?
Y a ti, ¿por qué te aporta la fantasía?