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Literatura fantástica
Cuando pienso en el origen de la palabra fantasía viajo al pasado y me imagino a Platón y a Aristóteles hablando en el ágora bajo la atenta mirada de la Acrópolis.
—Aristóteles, fantasía proviene del griego antiguo φαντασία.
—Sí maestro, pero realmente deriva del verbo φαίνω.
—Ya lo sé por eso lo sensato sería decir que significa mostrar, explicar, aparecer.
— ¡Claro! Y la explicación más redonda sería hacer referencia a sus términos descendientes como fantasía y fantasma.
La mente es así: recrea historias. Imagina. Aunque ellos como buenos filósofos podrían discutir durante horas, yo pretendo acompañarte a ti que me lees, por el camino de la fantasía, la que juntos creamos.
Para los griegos, fantasía era una aparición que surge en la mente, por tanto, la literatura fantástica posee elementos que nos obligan a imaginar hechos fuera de la realidad. Da igual si están basados en la mitología tradicional o nos inventamos una nueva con criaturas, leyes o mundos mágicos. El problema radica en definir que se sale de lo normal. Además pienso que lo normal ha ido variando en el tiempo con el cambio de mentalidad de la época y de las propias cultura; incluso una persona puede variar el concepto de fantasía cuando se meta sustancias prohibidas, podría ver salir gusanos de la piel y, así, parecerle un hecho extraordinario y fantástico.
La literatura fantástica para algunos será suficiente la aparición de fantasmas; para otros, será necesario un folclore consistente y, los demás, necesitarán un mundo inventado con sus leyes propias. También es verdad que si pudiéramos ir a la Edad Media y mostrásemos la tecnología que conocemos, nos acusarían de brujería.
La literatura fantástica es tan subjetiva que cada uno tendemos a ver la realidad o lo extraordinario de una forma diferente; por tanto, así quedará reflejado en los libros que escribamos. A lo mejor, solo es necesario que al leer una novela de fantasía, desconectemos del mundo real y apreciemos dónde se encuentra la magia.
Historia de la literatura fantástica
Si hablamos de literatura fantástica, lo primero que nos puede venir a la mente es El señor de los anillos o La saga de Harry Potter. No está mal. A menudo se nos olvida el contexto en el que estamos y muchos nos inclinamos por lo más cercano y conocido. De hecho, la literatura fantástica moderna no se asentó en el siglo XX con Lovecraft y Tolkien como las caras más conocidas. ¿Quién no ha oído hablar sobre los mundos de la tierra media con medianos, elfos y orcos o los mitos de Cthulhu con primigenios y dioses arquetípicos o la búsqueda del Necronomicón en alguna biblioteca?
El siglo XX ha sido muy fructífero en la creación de literatura fantástica. Escritores de la talla de Robert E. Howard, C. S. Lewis, J. K. Rowling, Ursula K. LeGuin, Michael Ende, Terry Pratchett, Robert Jordan, Margaret Weis, Tracy Hickman, George R. R. Martin, Brandon Sanderson o David Eddings. No menciono a muchos escritores que deberían estar, pero debemos cortar en algún momento. Las combinaciones entre mundo real e imaginario, pasando por los purismos, han creado muchos mundos ricos y con identidad propia. Y qué decir de los personajes con aventuras y emociones que nos arrastran en sus viajes: Momo, Rincewind, Aslan, Conan, Belgarath o Raistlin Majere. Además, no solo empatizamos penas y alegrías con los personajes sino que las historias son el reflejo de la sociedad de cada época.
Los libros de principios del siglo XX no son iguales a los de nuestro siglo XXI. Las frases largas y subordinadas que estilaban antes, se han retirado para dar paso a un mensaje más ágil ante una sociedad eminentemente tecnológica que emplea varios dispositivos a la vez. Los problemas y retos a los que nos enfrentamos van variando con el paso del tiempo y también quedan pincelados en los lienzos de las obras. Las preocupaciones del siglo I no son las mismas que en el siglo V o en el XX.
Si viajamos a la raíz de la novela fantástica, ¿qué nos encontramos? Si nos trasladamos a la Edad Media nos encontramos a Merlín, prototipo de mago actual, al rey Arturo y a los caballeros de la mesa redonda. Todavía hoy en día hacen adaptaciones en novelas y en el cine. ¿Por qué ese interés en las leyendas artúricas todavía? Podemos suponer que es importante que en la Edad Media los campesinos y personas humildes tuvieran una iconografía de honor, igualdad, justicia y paz. ¿Qué nos mueve ahora por encontrar ese mítico lugar dónde es un verano eterno? ¿Nos puede recordar también a las Tierras Imperecederas de Tolkien?
No podemos olvidarnos de la Eneida, la Ilíada y la Odisea. Hemos retrocedido más de dos mil años y todavía leemos y apreciamos las novelas de fantasía escritas por griegos y romanos. Al igual que con Merlín, todavía nos seduce la idea de luchas entre mortales, héroes y dioses. ¿Cuál creéis son los motivos que nos llevan a leer los viajes de Ulises que tardó diez años en volver a casa o como Elena, la princesa más bella de la tierra, provocó la marcha de mil naves para su rescate frente del secuestro de un príncipe troyano?
Poema de Gilgamesh
Por último, nos encontramos con el Poema de Gilgamesh un compendio del primer héroe en busca de aventuras. Nos debemos remontar al 3000 a.C. donde las primeras naciones tuvieron sus mitos y leyendas que cuajaron por escrito en el 1500 a.C. Muchos antes que los griegos, los sumerios ya contaban con una riqueza de cultura trasladándose a la primera novela de fantasía de la que hay constancias. Es una historia épica donde la inmortalidad, la magia, dioses y criaturas fantásticas aparecen como en cualquier buena historia. ¿Nos adentramos y conocemos la historia del Poema de Gilgamesh, la primera novela de fantasía escrita?
Criaturas mitológicas en la literatura
Las criaturas mitológicas han estado con nosotros desde bien pronto. La motivación de imaginar que viene inherente con la fantasía, nos lo pide a gritos. Los relatos y mitos se transmitían con criaturas sorprendentes de generación en generación mucho antes del nacimiento de la escritura con independencia de la cultura o región de la Tierra. Los sumerios ya contaban con sus dioses, demonios y criaturas que quedaron reflejadas en escritos en su literatura fantástica mucho antes del nacimiento de Quetzalcóatl, Zeus o Júpiter.
Nuestra imaginación no conoce límites y a lo largo de la historia hemos creado un repertorio rico y variado. ¿Qué nos mueve para pensar en quimeras, dragones, genios o elfos? ¿Qué se le pasó por la cabeza al primer humano que pensó en un nuevo tipo de criatura mitológica? Algunas criaturas en la literatura fantástica son alegorías como el minotauro, símbolo de sombras internas nuestras; otras, como los orcos de Tolkien, perversiones de experimentos de Sauron. Representan bondad, miedos, anhelos o, incluso, la resurrección con el ave fénix.
Las sirenas
Con independencia del tipo de relato fantástico o de la época en que fuese escrito, las criaturas mágicas nos acompañan en la literatura fantástica. Igual que sucede con los protagonistas, también empatizamos con ellas, incluso las criaturas pueden ser fundamentales o protagonistas en las novelas. ¿Quién se acuerda del dragón Fujur en La historia interminable o de la dragona Seraphina en Eragon?
En una novela de fantasía no puede faltar criaturas mitológicas ya que si nos imaginamos nuevos mundos, como para no pensar en vampiros o hadas. Una de las criaturas mágicas más conocidas es la de la imagen aunque no ahora no caigas, ¿sabías decir cuál es? Haz clic en el enlace o en la imagen, la respuesta te sorprenderá.